Ángel Melampo

Sobre mí

      Siempre me ha fascinado leer biografías de escritores en las que cuentan que desde muy jóvenes —algunos desde niños— ya tenían claro que querían dedicarse a escribir. En mi caso no fue tan fácil: el primer indicio que me hizo pensar que se me daba bien eso de contar historias fue en el instituto. No estoy muy seguro, hace ya mucho tiempo, pero creo recordar que si presentabas un relato a los Juegos Florales podías subir la nota de Lengua (o algo así debió de ser). Todo el mundo entregaba algún escrito, así que, aunque mis notas en Lengua ya eran suficientemente buenas, pensé que sería mejor hacerlo. La noche antes del fin del plazo de entrega me puse a escribir un cuento y lo llevé al día siguiente a primera hora. Gané el segundo premio. En aquel momento no le di demasiada importancia, incluso me daba vergüenza cuando mis compañeros me lo recordaban.

      El siguiente paso ya fue en la universidad. Decidí estudiar Comunicación Audiovisual porque me gustaba la televisión. Durante los años de carrera me fui viendo más apto para el cine; disfrutaba con todas las asignaturas que trataban, de alguna manera o de otra, sobre el séptimo arte; me gustaba escribir, producir y dirigir. Tuve la suerte de empezar pronto a trabajar como técnico en algunos rodajes y decidí que esa sería mi profesión, pero no para siempre: en el futuro pensaba crear mis propios proyectos.
      El futuro llegó veinte años después. Aunque el guion cinematográfico no se me da del todo mal, sentí la necesidad de aprender a escribir novela. Me formé como escritor en el Ateneu Barcelonés. Ahora puedo decir que me dedico a elaborar mis propios proyectos y que escribo novelas y relatos, con un acusado estilo cinematográfico del cual no he podido desprenderme. Tampoco quiero. Creo que cualquier autor lleva consigo un bagaje, una mochila donde guarda toda su experiencia, sus vivencias, lo que ha realizado en su vida y que, cuando uno se pone a inventar historias, todo eso aflora irremediablemente en su escritura.
      Mi primera novela se titula La herencia del agua, a caballo entre el género histórico y la fantasía. Mi segundo trabajo es un libro de viajes, Diarios de África de Jaume Vilató (Sáhara y Senegal, 2002), en el que recojo las vivencias y las imágenes de un doctor septuagenario por el continente africano.
También he ido escribiendo una serie de relatos que aún no he decidido qué función deben cumplir en mi obra, aunque espero darles pronto la oportunidad de que vean la luz.